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La casa de la Finca San Agustín, patrimonio de la tierra valenciana

08, enero | Un poco de Historia
La casa de la Finca San Agustín, patrimonio de la tierra valenciana

Muros de piedra, enclave en medio de la naturaleza, un refugio de paz y silencio. La casa de la Finca San Agustín forma parte del conjunto de antiguas alquerías y masías de campo de la Comunidad Valenciana, patrimonios arquitectónicos únicos de nuestra tierra y diferenciados de cualquier otra parte de la geografía española.

En este caso, las masías fueron construcciones que se extendieron en el pasado por toda la Corona de Aragón, y se alzaron como complemento a las alquerías. El latifundio agrícola en la explotación de las tierras era el que mejor acogía este tipo de fincas, dada su amplitud.

Pero con el tiempo, se fueron convirtiendo en las residencias de los señores que controlaban el campo y haciéndose más modernas. Como se observa en San Agustín, son construcciones de paredes gruesas con dos plantas. Era en la planta baja donde se solía hacer la vida diaria, por lo que apenas había muebles, mientras que el piso superior se dejaba para el descanso.

Este tipo de edificios eran necesarios en épocas en las que no habían coches, o existían muy pocos, y solo se podía acceder por caminos polvorientos y embarrados cuando llovía. Fue una ventaja, dado que las poblaciones se encontraban a bastante distancia de las tierras de labranza. De hecho, San Agustín se convirtió en un paso estratégico en medio del entorno rural, ya que lindaba con la vereda real por la que transitaban personas y mercancías antiguamente.

La casa de San Agustín se encontraba en muy mal estado cuando Don Agustín Galbis Ferri la adquirió en el año 1989. Antiguamente llamada Can Tomás o Heredad Don Tomás, la casa tiene sus orígenes en el siglo XVIII y ha sido restaurada respetando los materiales originales del edificio. Las cubiertas de teja árabe, los muros, los pilares de ladrillo y las vigas de madera cubren la construcción igual que hace un siglo.

La construcción complementa su historia con un celler del siglo XVII que se considera de la época de los asentamientos moriscos dentro de la finca, con más de 20 tinajas enterradas, utilizadas en el pasado para el almacenamiento del vino. También cuenta con una capilla privada, muy común en este tipo de arquitectura valenciana, y que solían utilizar los señores para el culto, y con un bonito puente de hierro que cruza el barranco de Alianda o del Gosgorrobio.

 

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